IV. LAS CELEBRACIONES
41. Más arriba habíamos citado una frase del
documento conciliar de Liturgia que es conveniente repetir aquí: "El
canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o
integral de la liturgia solemne" (SC 112). La instrucción "Musicarn Sacram" amplia la
idea: "La acción litúrgica adquiere una forma más noble cuando se
realiza con canto, cada uno de los ministros desempeña su función propia
y el pueblo participa en ella.
De esta manera, la oración adopta una
expresión más penetrante; el misterio de la sagrada liturgia
y su carácter jerárquico y comunitario se manifiestan más claramente; mediante
la unión de las voces, se llega a una más profunda unión de corazones;
desde la belleza de lo sagrado, el espíritu se eleva más fácilmente a lo
invisible; en fin, toda la celebración prefigura con más claridad la
liturgia santa de la nueva Jerusalén. Por tanto, los pastores de almas
se esforzarán con diligencia por conseguir esta forma de celebración”. Y un
poco mis adelante: "La preparación práctica de cada celebración
litúrgica se realizará con espíritu de colaboración entre todos los que
han de intervenir en ella y bajo la dirección del rector de la iglesia,
tanto en lo que atañe a los ritos como a su aspecto pastoral y musical"
(n. 5).
42. Esto es lo que pretendemos con las
presentes orientaciones pastorales. Por lo mismo habrá que tener en cuenta, al
hacer la selección de cantos y al prepararlos, todo lo que la celebración
requiere.
43. Se hará notar también, a través de los
cantos, el diferente espíritu de cada tiempo litúrgico, para que el pueblo
pueda vivirlo mejor. Para ello, tanto los pastores como sus equipos litúrgicos
se esmerarán en conocer muy bien el espíritu propio del Adviento y la Navidad,
la Cuaresma y la Pascua, el Tiempo ordinario y las Fiestas.
44. Igualmente, los cantos harán notar el
sentido especial que tienen las celebraciones dominicales, como día típico de
la Iglesia y de la Eucaristía; igualmente el de las demás fiestas eclesiales.
45. Los días ordinarios, aunque con mayor
sencillez, pero también requieren ordinariamente del canto.
46. Hay ciertas partes del Ordinario de la
Misa que piden especialmente el canto, ya sea por su propia importancia o por
su sentido hímnico o aclamatorio.
47. Cada canto debe corresponder al momento
celebrativo. Queremos destacar especialmente:
a)
El canto de Entrada, a la vez que acompaña la
procesión de los ministros, ayuda a formar el sentido de comunidad y a
responder al Ilamamiento de Dios a fin de celebrar la Pascua de Cristo, en uno
u otro de sus aspectos y en la situación vital de la comunidad. No deberá
prolongarse después de que ha terminado la entrada de los ministros.
b)
El Salmo responsorial, que es la respuesta
del pueblo de Dios a la Palabra de Dios proclamada en la primera lectura,
tomado normalmente del Salterio, o también un cintico del Antiguo Testamento o
del Nuevo. Su mismo nombre de salmo pide que ordinariamente sea cantado, al
menos el responsorio. El nombre, no oficial, que se le ha dado, de "canto
de meditación", ha equivocado los criterios. La función del salmista es
distinta de la del lector (ef SC 28).
c)
La aclamación a Cristo antes del Evangelio,
que es en la mayoría de los tiempos litúrgicos el Aleluya, pide también el
canto. Recordemos que se trata de una aclamación festiva, con un versículo
evangélico, y no de un canto con estrofas que terminan en un Aleluya, como
muchas veces se hace y algunos cantorales proponen. Igualmente recordamos que
en ocasiones es muy conveniente repetir la aclamación al terminar la lectura
evangélica.
d)
El Sanctus y las aclamaciones dentro y al
final de la Plegaria eucarística, tienen importancia muy especial, destacándose
el Amén con el que el pueblo rubrica y hace suya toda la plegaria.
e)
El canto durante el saludo de paz, no es
litúrgico; sería mejor no darle cabida. En todo caso, no debe dañar el canto
inmediato del Cordero de Dios, que si es litúrgico y acompaña a la Fracción del
pan, y al que hay que darle especial relieve.
f)
Cuando, después del canto de la comunión, se
canta otro canto en vez del silencio prolongatorio de la comunión, debe
escogerse el que ayude a esta finalidad, pero téngase en cuenta que lo normal
es el silencio.
48. Todas estas últimas indicaciones se han
referido a los cantos de la celebración eucarística como la central y más
frecuente de la comunidad cristiana. Pero los mismos criterios y los mismos
cuidados habrá que tener para los cantos de la celebración de otros
sacramentos, especialmente del bautismo y la celebración comunitaria de la
penitencia y similarmente en los ejercicios piadosos y devociones.
49. Un cuidado muy particular habrá que poner
en las celebraciones litúrgicas que tienen un especial sentido social, como en
los matrimonios y quince años.
50. En éstas, el sentido de celebración
religioso de la fe debe absolutamente prevalecer. Con gran frecuencia se
escuchan cantos profanos de corte sentimental y amatorio, según el gusto de los
novios. En otras ocasiones aparece como un concierto de música al que va
artificialmente adosado el rito; hasta se reparten programas con las
intervenciones musicales. Todo ello es totalmente ajeno a la liturgia y debe
ser proscrito.
51. Los párrocos y demás rectores de las
iglesias deberán vigilar los programas musicales que se presentan a los novios
y eliminar lo que no sea conveniente.
52. Conviene que los sacerdotes, cuando
ayudan a las parejas a preparar el rito de su matrimonio, las orienten para que
puedan seleccionar con buen criterio la música y los cantos.
53. Con frecuencia se oye ejecutar música y
hasta alga himno nacional extranjero durante la Plegaria eucarística. Esto va
totalmente contra el sentido mismo proclamatorio principal de la oración.