¿Qué es la Lectio Divina?
La expresión Lectio Divina quiere decir
"lectura de Dios", e indica la "lectura orante" de la
Biblia. El primero en utilizar esa expresión fue Orígenes, quien afirmaba que
para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia
y oración.
¿Como surge?
La sistematización de la Lectio Divina en
cuatro peldaños proviene del s. XII. Alrededor del año 1150, Guido, un monje
cartujo, escribió un librito titulado La escalera de los monjes, en donde
exponía la teoría de los cuatro peldaños:
"Cierto día, durante el trabajo manual, al
reflexionar sobre la actividad del espíritu humano, de repente se presentó a mi
mente la escalera de los cuatro peldaños espirituales: la lectura, la
meditación, la oración y la contemplación. Esa es la escalera por la cual los
monjes suben desde la tierra hasta el cielo".
Ø La lectura es el estudio asiduo de las
Escrituras, hecho con espíritu atento.
Ø La meditación es una actividad diligente de
la mente que, con ayuda de la propia razón, busca el conocimiento de la verdad
oculta.
Ø La oración es el impulso ferviente del
corazón hacia Dios, pidiendo que aleje los males y conceda cosas buenas.
Ø La contemplación es una elevación de la mente
sobre sí misma que, pendiente de Dios, saborea las alegrías de la dulzura
eterna».
¿Por qué, si soy musico católico, tengo que
hacer la lectio divina?
El Concilio Vaticano II recuperó, felizmente,
la anterior tradición y exhorta, con insistencia, a los fieles a leer
asiduamente la Escritura.
«El Santo Sínodo recomienda insistentemente a
todos los fieles, la lectura asidua de la Escritura, para que adquieran la
ciencia suprema de Jesucristo (Filp 3,8), "pues desconocer la Escritura es
desconocer a Cristo" (...) Recuerden que a la lectura de la Sagrada
Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con
el hombre, pues "a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando
leemos sus palabras"» (DV 25).
Esquema de la Lectura orante que
realizaremos:
Ø Invocación al Espíritu Santo
Ø Entronización de la Palabra de Dios
Ø Lectura de la Palabra de Dios
Ø Meditación de la Palabra
Ø Oramos con la Palabra
Ø Coloquio de lo Aprendido y orado
Ø Contemplamos la Palabra
Ø Hacemos compromisos
Lectio Divina
En el nombre del Padre y del hijo y del
Espíritu Santo
1. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles.
Y enciende
en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu
Espíritu y serán creadas todas las cosas.
Y renovarás
la faz de la tierra.
Oremos:
¡Oh Dios,
que has instruido
los
corazones de tus fieles
con luz del
Espíritu Santo!,
concédenos
que sintamos rectamente
con el mismo
Espíritu
y gocemos
siempre de su divino consuelo.
Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
CANTO
Ven, Oh
Santo Espíritu
Ven A
Nuestras Almas
Y del cielo envíanos
Luz de Viva
gracia (2).
2. ENTRONIZACIÓN DE LA SAGRADA ESCRITURA
CANTO:
Tu Palabra
me da vida
Confió en ti
Señor
Tu Palabra
es eterna
En ella
esperare.
3. LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS
De la Carta a los Efesios 5, 18-21
" Reciten entre ustedes salmos, himnos y cánticos inspirados"
"Canten para el Señor desde lo hondo del corazón".
"Toquen para el Señor desde lo hondo del corazón".
"Den gracias siempre y por todo al Dios Padre en el nombre de
Jesús".
"Sométanse los unos a los otros en atención a Cristo".
4 MEDITACIÓN
La carta de San Pablo a los Efesios
constituye una especie de testamento espiritual de Pablo a las iglesias de Asia
Menor.
La segunda parte del capítulo 5 se podría
titular "Carta del Apóstol San Pablo a los Ministerios de Música
Cristianos".
Pablo hace una exhortación fundamental:
"¡Llénense del Espíritu Santo!", seguida de cinco verbos: (Ef:
5:18-21)
1.
Reciten
2.
Canten
3.
Toquen
4.
Den gracias
5.
Sométanse
La plenitud del Espíritu tiene como
consecuencias el canto, la alabanza, la acción de gracias y la entrega mutuas.
Pero, por otra parte, quiere hacernos
comprender que cuando cantamos unidos unos a otros, alabando al Señor y dándole
gracias por todo, estamos más abiertos a la acción del Espíritu y lo
experimentamos en mayor plenitud.
El canto es, a la vez, una característica de
la Plenitud del Espíritu y un medio de lograrla. Es como un canal de doble
dirección:
Ø Por Él recibimos la vida de Dios.
Ø Por Él expresamos esta vida que está en
nuestro interior.
Este texto de Efesios es, pues, clave para
captar la importancia de la música y el canto en nuestra vida espiritual,
especialmente en su aspecto comunitario parroquial.
Pablo nos habla de cantar salmos, himnos y
cánticos inspirados. Destaca el valor de cada uno de ellos, según los tiempos y
las circunstancias, tenemos necesidad de diferentes tipos de cantos y de
música. Debemos tener esto muy en cuenta en nuestro ministerio, servicio o
trabajo en la Iglesia.
Ø Existe la música litúrgica.
Ø Música de evangelización.
La gran ventaja de los salmos es que nos
ofrecen un texto del que podemos estar seguros de que gusta a Dios, ya que Él
mismo lo ha inspirado.
Los himnos que aparecen en los libros
históricos, en Isaías y Jeremías, en las cartas de San Pablo y en el
Apocalipsis.
A ellos podríamos añadir todos los cánticos
compuestos en el transcurso de los siglos y que constituyen uno de los tesoros
más preciosos de la Iglesia.
"Canten a Dios con todo el corazón"
Dios es el destinatario de nuestros cantos.
LA MÚSICA EN SAN AGUSTÍN
“Cuanto lloré entre los himnos y los
cánticos, vivamente conmovido por las voces de tu Iglesia suavemente exultante.
Aquellas voces vertían en mis oídos, destilaban la verdad en mi corazón; me
encendían sentimientos de piedad; las lágrimas brotaban y me hacían bien” (S.
Agustín, Confesiones, IX 6, 14).
San Agustín nació el 13 de noviembre del año
354 en Tagaste. En su juventud se dejó arrastrar por los malos ejemplos y,
hasta los treinta y dos años llevo una vida licenciosa, aferrado a la herejía
maniquea que afirmaba que Dios era el principio de todo bien y la materia el
principio de todo mal.
Agustín después de desilusionarse de la
secta, decidió emigrar a Milán, donde obtuvo el puesto de profesor de retórica,
ahí fue bien acogido y conoció al obispo de la ciudad: San Ambrosio. Así pues,
asistía frecuentemente a los sermones de San Ambrosio el cual era famoso por su
erudición. Los discursos del Santo empezaron a producir impresión en la mente y
el corazón de Agustín. Este comprendió que la verdad estaba en la Iglesia
católica.
CONTEXTO
Este enunciado pertenece a la obra de San
Agustín: “Confesiones”, donde el autor nos narra la historia de su conversión.
San Agustín muestra que fue un gran pecador,
hace referencia a la gracia de Dios y a Su maravilloso poder: Aquí, la defensa
de la verdad cristiana se entreteje con la vida de Agustín.
El contexto de este texto se basa en la
persecución de los arrianos. La emperatriz Justina que era arriana, había
enviado un asesino para matar al obispo Ambrosio por no querer cederle una
iglesia a los arrianos. San Ambrosio, para luchar contra la herejía del
arrianismo, escribía sermones para que sus fieles fueran conscientes de que
Cristo era hombre y Dios. Ambrosio compone himnos cristológicos con música para
que sus fieles los entonen, y cuando San Agustín los oyó, se conmovió, y
posteriormente se convirtió.
Estos himnos, al mismo tiempo que servían a
Dios de alabanza, profesaban las verdades de la fe en contra de las herejías y a
los fieles le servían de consuelo en la dura persecución que sufrían.
IDEAS PRINCIPALES
En sus Confesiones, el tema de la música está
también presente en San Agustín y lo introduce como un modo de expresar aquello
que, para el simple lenguaje de la palabra, es inexpresable.
Este texto expresa el momento en que Agustín
entra en una iglesia y escucha el canto de los fieles; su interior se conmovió
y aquella música le llegó a lo más íntimo de su corazón de tal modo, que se
sentía movido hacia Dios y le invitaba a la conversión.
Agustín, vuelve a su obra “De Musica” y ahora
vislumbra la música desde otra perspectiva, la perspectiva de la teología y el
amor al Dios cristiano. La experiencia musical le lleva hacia el Misterio; la
música le ayuda a la contemplación, a comprender la verdad y a la alabanza de
Dios.
En las Confesiones, Agustín quiere demostrar
que la música es el elemento comunicativo más apropiado para llevarnos hacia el
Misterio. En esta obra, nos recuerda lo importante que fue para él la
experiencia sufrida en Milán de joven cuando escuchó aquellos cantos, aquellos
himnos ambrosianos cantados por los fieles; “La percepción de la forma,
estructurada en ritmos largos y breves del cursus latino, incide en el ánimo
del impresionado Agustín, que es llevado de la escucha de la melodía de estos
cantos a la conmoción de las lágrimas”.
Aquí, en este texto donde nos narra su
experiencia, podemos ver como se dan las cuatro categorías:
Ø El joven Agustín entra en una iglesia y
escucha el canto, éste canto le implica,
le interpela, le sensibiliza y surge en su interior la emoción. Agustín se
siente implicado.
Ø Para él, esta emoción es tendente al gozo.
Ø La emoción le deja vislumbrar algo del
Misterio, algo que no se puede explicar. Es una emoción que tiene un sentido.
Emoción que nos da un sentimiento. Y esto es lo que le sucede a San Agustín, la
música despierta en él sus sentimientos y como él mismo dice en este texto:
“Aquellas voces...; me encendían sentimientos de piedad, las lágrimas brotaban
y me hacían bien”.
Ø Es una emoción que tiende a la trascendencia,
la música da lugar a un movimiento de subida, para él es una evocación de lo
trascendente: “La Palabra se une al elemento sonoro, la melodía se une al
sentido. Lo inefable se une a la efabilidad sonora. Lo festivo se manifiesta en
la experiencia”.
San Agustín, después de una experiencia
estética (escuchando Ambrosio) vuelve a Reflexionar la Palabra de Dios, conoce
la verdad y profesa la Doctrina de la Iglesia.
Es la belleza, el placer estético de la
música, lo que ayuda al fiel a elevar su alma hacia Dios. Al tiempo que le
instruye, y educa, pues le dispone a recibir y conservar la Verdadera fe y
Doctrina de la Iglesia.
La música tiene sentido en cuanto que es un
canto de alabanza a Dios, pero este canto tiene que implicar al cantor y al fiel,
tiene que mover el corazón y elevarlo, llevarlo hacia la trascendencia. Así
como edificarlo, instruirlo, educarlo y santificarlo.
La oración se hace más viva y personal, lleva
a un contacto más íntimo con el Señor y puede mover a amar más a Dios; Al
tiempo que le une a la comunidad eclesial, a sus hermanos en la profesión de
una misma fe.
La música no puede ser solo un desborde de
sentimientos:
Debe hacernos:
Ø Reflexionar.
Ø Confrontar nuestra vida con el querer de Dios.
Ø Convertir, ayudar a enderezar la vida y
corregir lo malo.
Ø Orar a Dios con todo nuestra mente, corazón y
cuerpo.
Ø Animar.
Ø Confesar la fe.
Ø Crear fidelidad.
Ø Crear identidad de miembros de la Iglesia Católica.
Ø Crear pertenencia a la Iglesia Católica.
Ø Impulsar.
Ø Hacer meditar la Palabra de Dios
Ø Hacer comprensible la Palabra
Ø Hacer crecer en santidad
Acentuamos:
Identidad, pertenencia, fidelidad, en cuanto
al Ser
Evangelizar, edificar, santificar, en cuanto
al hacer
Para San Agustín, esta experiencia de Milán
no fue algo superficial que quedó sepultada junto a otros muchos recuerdos, no.
San Agustín recuerda vivamente este suceso y lo ve tan importante como para
incluirlo en sus Confesiones; no fue algo banal, sino que le empujaba hacia
Dios y la emoción que sentía le hizo incluso llorar.
No fue solo un desborde de emociones,
manifestadas y visibles en la lagrimas
Sino una autentica conversión de vida
Enderezar el camino
Lo que cantamos al rezar no puede ser algo
que permanezca en el exterior sin apenas rozarnos; la oración es un encuentro
con Dios y por tanto, al rezar cantando, ese canto tiene que implicarnos,
entrar en lo más íntimo de nuestro corazón, llenarnos de gozo y ayudarnos a
“alcanzar” a Dios.
El canto no debe ser una repetición mecánica,
debe concordar con nuestra mente y nuestro corazón con nuestra oración.
Como dice San Benito en su Regla. El canto
debe mantener vivo el deseo de Dios, de Su Amor, de vivir para Él; debe
ayudarnos a penetrar un poco más cada vez en la profundización y en la vivencia
del Misterio.
RECOMENDACIONES
Ø Sean servidores: ministros.
Ø Que sus cantos sean una profesión de fe.
Ø Que sus cantos tengan contenido bíblico,
teológico, doctrinal, histórico, litúrgico.
Ø Respeten siempre la liturgia
Ø Busquen acercar, convertir a los fieles.
Ø Que su música no confunda a los fieles.
Ø Nunca utilicen cantos contrarios a la
doctrina de la Iglesia, heterodoxos, no católicos.
5. ORACIÓN
Responde a Dios que te ha hablado por medio
de su Palabra.
6. COLOQUIO
Comparte con otros lo que Dios te ha dicho,
lo que has aprendido.
7. CONTEMPLAMOS LA PALABRA
De tarea ora, piensa y medita sobre la
Palabra de Dios y lo meditado en esta Lectio Divina.
8. HACEMOS COMPROMISOS
Para que la Palabra de Dios que ha sido
sembrada en ti, crezca y de fruto abundante en tu vida y en nuestra Iglesia por
medio de tu servicio, has los compromisos necesarios y esfuérzate por vivirlos.