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Música Litúrgica
11
Orientaciones Pastorales Sobre Música Sagrada
Números 11 - 29


III. CONDICIONES DE LA MUSICA LITURGICA
 
1. EL TEXTO
11. El texto debe siempre expresar y estimular la fe en Cristo, que reúne a la comunidad y que la comunidad celebra, y no textos vagamente religiosos o que expresan indudables valores humanos ciertamente, pero no específicamente cristianos.
 
12. Mucho menos habrá que usar textos redactados con sentido indoctrinante, según justas reivindicaciones socioeconómicas o políticas pero no propias de la celebración litúrgica.
 
13. El texto debe ser fundamentalmente bíblico o inspirado en las Santas Escrituras, especialmente en los Salmos y en los Evangelios.
 
14. Hay textos que, además de su fuerza por ser Palabra inspirada, están consagrados por el uso ritual de la Iglesia, como pasa en la Eucaristía con el Santo, el Padre nuestro y el Cordero de Dios. Otros, de composición eclesial, son muy venerables por su tradición, como el Gloria. Estos textos nunca deben ser sustituidos, reducidos o glosados, como pasa por ejemplo, con el Gloria, el cual frecuentemente es sustituido por un trisagio.
 
15. Es de alabar el empleo de cantos en lengua latina y, por lo tanto, habrá que estimular su uso, sobre todo de los mis sencillos y universales, como algunas partes del Ordinario de la Misa y otros himnos o antífonas. Del mismo modo, el canto del Kyrie eleison, el cual nos hace presente la lengua griega, lengua en que fue escrito el Nuevo Testamento y predicado el Evangelio en el mundo mediterráneo, y por eso mismo es como expresión de nuestras raíces mas antiguas.
 
16. El texto de los cantos debe corresponder a la finalidad de cada uno, por ejemplo en el Eucaristía, a la entrada, preparación de ofrendas, comunión, etc.
 
2. LA MELODIA
 
17. Aunque la Iglesia reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana y da una importancia especial a la polifonía sagrada antigua y moderna, no excluye de la liturgia otros géneros de música o canto; sin embargo, reconoce que no todos son aptos para alimentar la oración y acompañar lo que expresa el misterio de Cristo.
 
18. Para que un canto sea apto para el uso litúrgico, se deberá cuidar con esmero que la melodía empleada esté acorde con el texto y con el momento litúrgico en que se va a usar. No podrá ser igual la melodía que se utilice para un "Señor, ten piedad" que para un "Aleluya" o un "Hosanna", ni podrá ser la misma para el tiempo de Cuaresma que para Pascua o Navidad.
 
19. La melodía deberá siempre ser bella, aun en su sencillez, nunca profana, que evoque la música mundana o que provenga de ella, siempre según las características culturales de la comunidad celebrante; siempre capaz de expresar y alentar la oración en sus distintas modalidades.
 
3. LOS COROS Y LOS MUSICOS
 
20. El coro o "capilla musical" o "schola cantorum" merece una atención especial para que pueda desempeñar bien el ministerio litúrgico que se le encomienda. Cuando presten su servicio se recomienda que den opción a la participación del pueblo con melodías sencillas.
 
21. Se procurará empeñosamente, que haya un coro, sobre todo en las catedrales, basílicas, santuarios y demás iglesias mayores, en los seminarios y otras casas de formación sacerdotal.
 
22. Es también muy deseable que lo haya en todas las iglesias, aun en las más modestas, según las posibilidades.
 
23. A los coros juveniles habrá que darles una especial atención a fin de ayudarlos a que no se conviertan en un simple grupo musical, sin sentido cristiano. Hay que evitar el "exhibicionismo" o "protagonismo" o afán de imitar a los artistas y otros desórdenes, en las celebraciones y en los locales donde se reúnen.
 
24. A todos los ministros litúrgicos del canto y de la música, especialmente a los jóvenes, habrá que ayudarlos cuidadosamente en tres líneas de formación fundamentales:
a)     Formación cristiana. Para que conozcan y amen más a Cristo y a la Iglesia, y su vida sea verdaderamente cristiana. Su ministerio no puede ser auténtico si no hay coherencia entre la fe y la vida diaria.
b)    Formación litúrgica. Para que su aportación esté cada vez más a la altura de lo que pide su servicio a Dios y a la comunidad, y así puedan ellos mismos celebrar y vivir su fe, y ayudar a los demás a que la celebren y la vivan.
c)     Formación técnica. Puesto que la música sagrada es un arte, y por lo mismo tiene una disciplina, requiere de técnicas de la voz y de los instrumentos para que exprese con auténtica belleza la fe que celebra.
 
25. Habrá que tener un cuidado especial con los grupos de cantores y músicos contratados ocasionalmente para el servicio de alguna ceremonia. Habrá que ayudarlos a que su elección de música sea realmente apta para el servicio litúrgico.
 
26. Un servicio importante es --dado que hay muchos grupos juveniles que posiblemente no saben leer música-- que ayudemos a todos a que puedan tener, además de las partituras, cassettes de buena música litúrgica.
 
27. Todos los coros deben estar muy advertidos de que su ministerio litúrgico es un servicio indispensable a la comunidad. Por consiguiente, déseles el lugar más conveniente para que cumplan debidamente con su función y se les facilite su participación plena en la celebración (cf MS 23). Invíteseles a que su comportamiento y su atuendo muestren el respeto debido a la casa de Dios.
 
28. Su finalidad es apoyar el canto del pueblo, según los casos, cantando a la par con él, dialogando, o dando un ambiente musical meditativo. Nunca, pues, su servicio deberá impedir la participación del pueblo.
 
29. Será muy importante también el que, oportunamente, se puedan tener ensayos con el pueblo, para ir formando un repertorio popular de real participación. En ocasiones, el deseo de poner siempre obras nuevas dificulta esta participación.
 
 
 
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