LA MUSICA EN LA LITURGIA
EL CANTO ES UNA ACCION LITURGICA
Los documentos de la Iglesia insisten en la participación por medio del canto en la liturgia. Ya que la música no es un adorno, o un traje regional que se alquila para una fiesta determinada, ni un traje festivo o dominguero que lo reservamos para ciertos días. La música tiene en la liturgia un carácter más profundo: es una expresión vivencial de la comunidad que canta a una voz y con un mismo corazón, algunos ritos la exigen por su esencia misma, como son los cantos procesionales de la Misa, nacieron para ser cantados, pierden su naturaleza si no se cantan. Otros textos piden la ayuda del canto para que el texto gane en viveza y en penetración, por ejemplo, el canto festivo del aleluya, la doxología final del Canon. Y otras veces se pretende intensificar una participación interior, de los corazones, por medio de la unión de las voces.
Podemos decir que el canto constituye la mejor forma de participación en la liturgia, después de la comunión sacramental.
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5. La acción litúrgica adquiere una forma más noble cuando se realiza con canto: cada uno de los ministros desempeña su función propia y el pueblo participa en ella. De esta manera, la oración adopta una expresión más penetrante; el misterio de la sagrada liturgia y su carácter jerárquico y comunitario se manifiestan más claramente; mediante la unión de las voces, se llega a una más profunda unión de corazones; desde la belleza de lo sagrado, el espíritu se eleva más fácilmente a lo invisible; en fin, toda la celebración prefigura con más claridad la liturgia santa de la nueva Jerusalén.
Por tanto, los pastores de almas se esforzarán con diligencia por conseguir tal forma de celebración.
Incluso en las celebraciones sin canto, pero realizadas con el pueblo, se conservará de manera apropiada la distribución de ministerios y funciones que caracteriza a las acciones sagradas celebradas con canto; se procurará, sobre todo, tener los ministros necesarios y capaces, así como fomentar la participación activa del pueblo.
La preparación práctica de cada celebración litúrgica se realizará con espíritu de colaboración entre todos los que han de intervenir en ella y bajo la dirección del rector de la iglesia, tanto en lo que atañe a los ritos como a su aspecto pastoral y musical.
INSTRUCCIÓN "MUSICAM SACRAM" 1967
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El canto es el medio más apto para manifestar la alegría de los que se reúnen para celebrar la fiesta del Señor. Entre los "signos" humanos es el que mejor se presta para significar el misterio de la liturgia. Sin embargo, no podemos decir que sea un medio exclusivo: una comunidad también puede manifestar su participación sin canto y sin música: la seriedad de comportamiento, los gestos realizados con unción, etc. Pueden ser magníficos medios de expresión de la unión de corazones. Pero nunca podremos poner como norma e ideal de participación una acción litúrgica sin canto: toda fiesta exige canto y música. Fiesta y canto se completan.
Esta manifestación de la unidad de los corazones a través del canto, del órgano e instrumentos admitidos, ha de tener una orientación, una razón de ser en la liturgia, su finalidad la obliga a ciertas exigencias esenciales, que si las cumple, puede disponer de la libertad de expresión que merece todo arte. Los principios que ha de observar la música en la liturgia son:
- Edificar a los fieles (S.C. 112; M.S. 4,63).
- Facilitar la participación y enriquecer la celebración (M.S. 67)
La música, tanto antigua, moderna como contemporánea que observe estos principios tiene carta de ciudadanía en el culto y puede ser empleada en la celebración.
Por el canto:
- La oración adopta una expresión más penetrante.
- El misterio de la liturgia se manifiesta más claramente, mediante la unión de las voces y los corazones.
- El espíritu se eleva mas fácilmente a lo invisible.
- Toda la celebración prefigura la Liturgia Celeste.
MÚSICA Y LITURGIA
"Vengan, cantemos alegres al Señor... Entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos" Sal 94, 1-2
En la Iglesia Primitiva, el Apóstol San Pablo amonesta a los fieles que se reúnen esperando la Venida del Señor (Parusía), para que canten todos juntos Salmos, Himnos y Cánticos Espirituales (Col. 3, 16). Nos invita a cantar juntos salmos, himnos y cánticos inspirados, mientras esperamos la venida del Señor. Y que mejor momento para hacerlo en la asamblea litúrgica. El Canto es una señal del gozo del corazón (Hech. 2, 46). El Misal Romano nos habla del canto como "una señal de euforia del corazón; san Agustín nos dice que "Cantar es propio de quien ama" y un antiguo proverbio afirma que: "Quien bien canta, dos veces ora". Siguiendo la Tradición cristiana y bíblica nos damos cuenta de la importancia del canto y la música en el culto.
Todo lo anterior nos motiva a tener en gran estima el uso del canto y la música en las celebraciones litúrgicas, pues son medios de expresión y comunicación y crean comunidad. En la Liturgia la música tendrá el fin de favorecer la unidad en una misma acción, ya sea aclamar, meditar o proclamar. La música está al servicio de la asamblea que celebra; es "parte necesaria e integral de la liturgia solemne". (S.C. 12).
Por su parte el canto en la liturgia tiene la función de proclamar nuestra postura ante Dios, nuestra comunión con la asamblea de los fíeles y con el Misterio que celebramos. El Concilio Vaticano II invita al pueblo a que participe activamente en la interpretación de los cantos en la celebración. (S.C. 113 y 114). Si la asamblea es la protagonista de la celebración el canto es un instrumento del que se sirve, este, sin embargo, no es algo añadido sino parte integrante de la celebración.
En la introducción a la liturgia de las horas se nos recuerda que: "No ha de ser considerado el canto como un cierto adorno que se añade a la oración, como algo extrínseco, sino más bien como algo que brota de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios". "Con el canto, la oración adopta una expresión más penetrante... y el misterio de la liturgia se manifiesta más claramente". (Instrucción Musicam Sacram, sobre la música en la sagrada liturgia, no. 5).
- El Canto y la Música son parte integrante en toda Celebración ya que expresa sentimientos, compromete, hace Comunidad y es expresión de Fiesta.
- Durante varios siglos el Canto Gregoriano acompañó a la Iglesia Universal en las Celebraciones Litúrgicas. Posteriormente surgió la Polifonía.
- La Iglesia siempre ha promovido todo lo referente a la Música Sagrada y el Canto, dando normas adecuadas, estimulando, y en ocasiones, interviniendo para evitar desviaciones o corregir abusos.
- El primer impulso oficial que puso en marcha el gran movimiento de Renovación, en cuanto a la música dentro de la Liturgia, fue San Pío X en 1903, con su Carta " Tra le sollecitudini".
- Este primer impulso culminó con el Documento Sacrosanctum Concilium (S.C, en Diciembre de 1963) del Concilio Vaticano II.
IMPORTANCIA DE LA MUSICA EN LA LITURGIA
La música no solo nos expresa sentimientos humanos, sino que por su belleza nos remonta a las realidades celestiales. “El canto sagrado y el arte musical han sido empleadas siempre para dar brillo y esplendor a las ceremonias religiosas, tanto entre los gentiles y el pueblo hebreo y en la Iglesia desde su principio” (Cfr. MSD n.3).
La Iglesia fiel a su misión de evangelizar y consiente de la importancia de la Liturgia como Manantial y cumbre de su actividad y fuerza (SC n.10), se preocupa por todo lo que ayude a que la participación de los cristianos en ésta, sea consciente, activa y fructuosa (SC n. 14). La música tiene un lugar privilegiado en la iglesia, entre todas las demás Artes, pues el canto sagrado unido a las palabras, constituyen una parte necesaria de la liturgia Solemne (Cfr. SC n. 112).
La Música Sacra por esto es parte importante de la liturgia, tomando en cuenta que comparten el objetivo dar gloria a Dios y la santificación y edificación de los fieles. De este modo la música aumenta el decoro y el esplendor de las solemnidades, añade eficacia el texto litúrgico, para inspirar mayor devoción (Cfr. TS n. 1).
El canto no es de ningún modo estorbo en la liturgia, pues es parte de su naturaleza. El problema no es cantar demasiado, sino hacerlo fuera de propósito, pues el canto no es para: entretener, hacer más amena la celebración, distraer, hacer un receso entre tantas palabras o despertar a los que se quedan dormidos, sino que es modo privilegiado de alabar a Dios, como dice San Agustín “el que Bien Canta Ora dos veces” y San Pablo invita a los que se reúnen en espera del señor a cantar Juntos, salmos, himnos y cánticos espirituales (Cfr. Col 3, 16), pues el canto es una señal de gozo y alegría del corazón (Cfr. Hch 2, 46).
De este modo hay que tener en gran estima el uso del canto en las celebraciones, siempre según el carácter de cada pueblo y las posibilidades de cada asamblea litúrgica (IGMR n. 40).
En conclusión, como lo dijo el Papa Pío X “Hay que Cantar la Misa, no durante la Misa”.
GENEROS DE MUSICA SAGRADA
La Iglesia no excluye ningún género de música siempre y cuando responda al espíritu de la misma. (MS n. 9; SC n.116).
Por Música Sagrada se entiende:
A. El canto gregoriano.
B. La polifonía Sagrada.
C. La música Sagrada Moderna.
D. La Música Sagrada para Órgano.
E. El Canto popular Religioso.
EL CANTO GREGORIANO: Que lleva su nombre por el Papa Gregorio Magno que ordenó y seleccionó los cantos para las celebraciones. En el canto gregoriano la letra es más importante que la música, pues ésta solo reviste el texto. El canto gregoriano es monódico, esto se refiere a que se canta a una sola voz, y tiene ocho modos, a diferencia de la música moderna que solo tiene dos, mayor y menor. La única alteración que ocupa es la de Si bemol, cuando se usa la notación cuadrada.
El canto gregoriano es tenido como el canto propio de la liturgia Romana (SC n.116; MS n. 50 a; DMS n.16; MSD n.13; TS n.3; OPMS n.17; SCa n. 42) pues se ajusta a las palabras, interpreta su fuerza y eficacia, destila suavidad en las almas; sus melodías son de inspiración artística, sublime y santa. (Cfr. MSD n.13).
LA POLIFONÍA SAGRADA: Se entiende el canto a varias voces y sin acompañamiento de instrumento musical, este tiene origen en la Edad media, uno de los compositores más notables de este género es Giovanni Pierluigi Palestrina, el cual compuso un centenar de misas, trescientos motetes de dos a cuatro voces tres libros de Magnificat, salmos e himnos.
LA MÚSICA SAGRADA MODERNA: Esta es la música a varias voces que no excluye los instrumentos musicales, esta debe estar directamente destinada al uso litúrgico, y es necesario que en ella se sienta la piedad y el espíritu religioso. Ésta no se debe confundir con la música profana. La música moderna se admite sólo cuando las composiciones tengan bondad y seriedad y no contengan cosas profanas ni muevan a recordar otras músicas teatrales o mundanas. (Cfr. TS n.5).
LA MÚSICA SAGRADA PARA ÓRGANO: Ésta es la música que es compuesta únicamente para ese instrumento, el órgano es el instrumento tradicional de la Iglesia (SC n. 120) y el que se acomoda a la liturgia (MSD n.18) Esta música pude ser ejecutada en las acciones litúrgicas, pues ayudan a solemnizar la santa liturgia.
EL CANTO POPULAR RELIGIOSO: Es el nacido espontáneamente del sentido religioso, del que el hombre ha sido dotado por su creador, este fomenta la piedad de los fieles y los ejercicios piadosos a si como las acciones litúrgicas mismas. (DMS n. 9) el objetivo del canto popular es unir al hombre con Dios.
EL CANTO DE LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA
Entendamos por celebración litúrgica: “El ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo, en el cual se significa la santificación de los hombres por signos sensibles y se realizan según la manera propia de cada uno de ellos, al par que se ofrece integro el culto público a Dios por parte del cuerpo místico de Jesucristo, es decir la cabeza y los miembros. Este culto se tributa cuando se ofrece en el nombre de la Iglesia por las personas legítimamente designadas y mediante actos aprobados por la autoridad de la Iglesia.” (CIC c.834). Podemos decir entonces que una celebración litúrgica es: “una acción sagrada, que fue instituida por Cristo, como la misa; o por la Santa Iglesia, como el oficio divino; que se hace por personas que la Iglesia a designado; ajustándose a las Fórmulas mandadas; que se contiene en los libros aprobados por la Iglesia; y son para darle culo a Dios, a la Virgen, o a los Santos” (CIC 1917 c.1256) a estas también podemos incluir los sacramentos y la bendición con el santísimo Sacramento. En estas acciones el canto y la música son propios, y a estos les llamamos cantos Litúrgicos.
El Vaticano II imprimió un nuevo giro a la reflexión y a la práctica del canto y de la música en la liturgia. El movimiento litúrgico de comienzos de siglo XX, realizó una gran tarea de renovación musical en torno a la consideración de la música sagrada «como parte integrante de la liturgia solemne». La música debía tener las siguientes cualidades: santidad, bondad de las formas y universalidad. Sin embargo, estas ideas, unidas a un concepto de liturgia marcada por el inmovilismo y la uniformidad del latín, no prosperaron. La música sagrada se reducía al canto gregoriano y a la polifonía sacra, de manera que la música «moderna» y el canto popular estuvieron excluidos de la liturgia hasta los años anteriores al Concilio.
La perspectiva cambió con la constitución Sacrosanctum Concilium. Aunque todavía se usa la expresión «música sagrada», el Conciliopropone unas líneas fundamentales que hay que entender dentrodel conjunto de toda la doctrina conciliar sobre la liturgia. El punto de partida ya no es la música sagrada, sino el misterio de salvacióncelebrado por la Iglesia como un acontecimiento vivo que santifica alos hombres y contribuye al culto que se da al Padre. De ahí que, enla preocupación por el canto y la música en la liturgia, se situaran enprimer término la autenticidad de la celebración y la participación de los fieles. Liturgia y música forman parte de una misma acción expresiva y simbólica en la que ha de participar toda la asamblea, en función del diálogo entre Dios y su pueblo.
De hecho se ha abandonado poco a poco la expresión «música sagrada» y se usan cada vez más las expresiones música en la liturgia, música de la liturgia cristiana, música litúrgica y música ritual. La última expresión es muy precisa y ha sido definida así por el Documento de 1980 de la Asociación Universa Laus: «Por música ritual entendemos toda práctica vocal e instrumental que, en la celebración, se distingue tanto de las formas habituales de la palabra hablada como de los sonidos o ruidos ordinarios» . A esta definición hay que añadirle un aspecto muy importante, y que consiste en que la música vocal e instrumental ha de estar «adornada de las debidas cualidades» para la celebración (cf. SC 112), es decir, ha de ser apta para la finalidad de la liturgia. En efecto, aunque el Vaticano II no quiso hacer suyo ningún estilo artístico y abrió a la Iglesia a todas las formas de expresión estética (cf. SC 123), señaló también que habían de ser «dignas, elegantes y bellas, signos y símbolos de las realidades celestiales» (SC 122) y, en el caso de los géneros de música, «que respondan al espíritu de la acción litúrgica » (SC 116).
Por esto, es preferible hablar de música litúrgica, entendiendo por tal la música que, además de los valores propios del arte musical, se integre en la celebración como vehículo expresivo y comunicativo de los fines propios de la liturgia. En este sentido cabe interpretar las cualidades que se señalaban en la música sagrada: la santidad será la capacidad de interpretar la fuerza del misterio de salvación y la respuesta del hombre; la bondad deformas será sencillamente la calidad estética que eleva el espíritu; y la universalidad será la expresión de la unidad en la legítima diversidad.
FUNCIONES DEL CANTO Y DE LA MÚSICA EN LA LITURGIA
Las funciones del canto y de la música en la liturgia se definen por sus características, puestas al servicio de los fines de la liturgia.
1. Características
Entre las características antropológicas del canto y de la música, destacan las siguientes:
1. El canto es expresión del mundo interior del hombre, es decir, de sus sentimientos, vivencias, deseos e ideas. Es un medio de expresión universal más intenso aún que la palabra, un lenguaje que está presente en todas las épocas y culturas de la humanidad. En el canto los sentimientos se manifiestan en un estado más puro y no se difuminan tan rápidamente. Por otra parte, el canto y la música envuelven al hombre, llegando a lo más hondo de la persona y comprometiendo las zonas más profundas de la emotividad y del sentimiento. Por este motivo «no ha de ser considerado el canto como un cierto ornato que se añade a la oración, como algo extrínseco, sino más bien como algo que dimana de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios, y pone de manifiesto de un modo pleno y perfecto la índole comunitaria del culto cristiano» (OGLH 270).
2. Expresión poética. El paso de la palabra al canto se produce, generalmente, a través de la función poética del lenguaje. Por medio del canto la palabra alcanza una fuerza significativa mayor, ganando en expresividad y en belleza. La palabra hablada y el canto son dos modos diversos de expresión. Cuando se habla, de suyo lo más importante es lo que se dice, o sea, la comunicación de una idea o de un concepto. Sin embargo, el canto no se queda en esta finalidad práctica y, en cierto modo, utilitaria. Lo mismo que la poesía, el canto contiene un mensaje en sí mismo, es una acción que se justifica por sí sola.
3. El canto crea comunidad, es decir, une y refuerza los vínculos de un grupo y es un signo de comunión. Cantar crea una atmósfera de sintonía, por encima de individualismos y diferencias de cualquier tipo. El que canta sale de su aislamiento interior y se pone en actitud de comunicarse; renunciando al propio tono de voz y al propio ritmo, se acomoda al tono y al ritmo que exige el canto y contribuye a la unidad del grupo. Los Santos Padres comparaban a la Iglesia con un arpa en la que cada cuerda da su propio sonido, pero suena una sola melodía: «mediante la unión de las voces se llega a una más profunda unión de corazones».
4. Ambiente de fiesta. Los valores señalados antes convergen todos en este último, es decir, en la fiesta como atmósfera que ha de envolver toda la celebración. En este contexto, el canto sirve para liberar sentimientos, normalmente inhibidos; la dimensión poética contribuye fuertemente a crear un clima agradable, y los aspectos comunitarios del canto provocan también un sentimiento gozoso común. En la celebración «hay que esforzarse en primer lugar porque los espíritus estén movidos por el deseo de la genuina oración de la Iglesia y resulte agradable celebrar las alabanzas divinas» (OGLH 279).
PAPEL DE LA MÚSICA LITURGICA EN LA CELEBRACIÓN
El Concilio Vaticano II ha contribuido decisivamente a clarificar el papel del canto y de la música en la celebración hablando de su «función ministerial» al servicio de la liturgia (cf. SC 112), expresión análoga a la del «noble servicio» del arte (cf. SC 122). Esta función está unida a la función simbólica o «sacramental».
1. Función «sacramental» del canto y de la música. El canto y la música expresan y realizan las actitudes internas de quienes integran la asamblea. Por una parte responden y dan salida al exterior a los sentimientos, y por otra ayudan a interiorizarlos y a consolidarlos para traducirlos después en la vida. En este sentido constituyen un verdadero signo de la acción del Espíritu enviado a los corazones de los fieles para que invoquen al Padre (cf. Rom 8,15.23.26-27), y que inspira los salmos, las aclamaciones y los himnos (cf. Ef 5,18-19). El canto y la música cumplen su función de signos de una manera tanto más significativa cuanto "más estrechamente estén vinculados a la acción litúrgica" (SC 112), según tres criterios principales:
- La belleza expresiva de la oración.
- La participación unánime de la asamblea en los momentos previstos.
- El carácter solemne de la celebración.
Participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles.
2. Función ministerial.Si la liturgia entera es «ministerial» y todo tiene en ella una misión o una función de «noble servicio», el canto y la música no son una excepción. En efecto, como los restantes signos litúrgicos, no solamente están al servicio de la expresión y de la comunicación, sino, ante todo, del misterio de Cristo y de la Iglesia en su realización ritual. Dicho de otro modo, la razón de ser del canto y de la música en la liturgia se encuentra en el servicio a la acción litúrgica.
Ahora bien, esta función se concreta, desde el punto de vista teológico, en tres aspectos esenciales: el revestimiento de la Palabra divina y de la respuesta del hombre, en el diálogo entre Dios y su pueblo; el favorecer la unidad y la comunión de la asamblea, como signo de una profunda sintonía espiritual, y el constituir en sí mismos un rito, como se verá a continuación.
LA VERDERA SOLEMNIDAD
La música le confiere solemnidad a la liturgia, pero hay que entender de forma clara a que nos referimos cuando hablamos de "solemnidad", ya que descubrimos un sentido ambiguo a esta expresión.
- Evoca una celebración espectacular, deslumbrante, llena de esplendor y magnificencia, en la que se quiere dar un matiz de grandiosidad. Esta magnificencia no satisface al hombre de hoy, que busca mas los valores auténticos que la ostentación.
- Solemnidad es sinónimo de "festividad", un grupo de personas, aun procediendo de diversos ambientes sociales, se reúnen en comunidad de fe para celebrar con alegría la fiesta del Señor.
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11. Téngase en cuenta que la verdadera solemnidad de la acción litúrgica no depende tanto de una forma rebuscada de canto o de un desarrollo magnífico de ceremonias, cuanto de aquella celebración digna y religiosa que tiene en cuenta la integridad de la acción litúrgica misma; es decir, la ejecución de todas sus partes según su naturaleza propia. Una forma más rica de canto y un desarrollo más solemne de las ceremonias siguen siendo, sin duda, deseables allí donde se disponga de medios para realizarlos bien; pero todo lo que conduzca a omitir, a cambiar o a realizar indebidamente uno de los elementos de la acción litúrgica sería contrario a su verdadera solemnidad.
INSTRUCCIÓN "MUSICAM SACRAM" (1967)_________________________________________________________________________________________
Esta festividad no está ligada a formas rebuscadas, ni tampoco a la magnificencia de ritos, sino a la autenticidad y alegría de la fiesta. Pongamos mucha atención al número 11 de la Instrucción Musicae Sacrae.CONDICIONES DE LA VERDADERA SOLEMNIDAD
El canto no es el único factor de solemnidad en las celebraciones. Exige tres condiciones:- La acción litúrgica adquiere una forma más noble cuando se realiza con canto.
- Cada uno de los miembros desempeña su función propia. en la justa distribución de los ministerios, se verá la presencia de la Iglesia jerárquica, presente en la celebración.
- El pueblo participa en ella. Todos los elementos integrantes de la solemnidad han de converger hacia la participación consiente y activa del Pueblo de Dios.
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113. La acción litúrgica reviste una forma más noble cuando los oficios divinos se celebran solemnemente con canto y en ellos intervienen ministros sagrados y el pueblo participa activamente.
SACROSANTUM CONICILIUM_________________________________________________________________________________________
La celebración Solemne, digna y religiosa es la que tiene en cuenta la integridad de la acción litúrgica misma, es decir, la ejecución de todas sus partes según su naturaleza propia. Exige por tanto:
- Integridad de la acción sagrada, sin que se omita ninguna de sus partes.
- Respeto a cada una de las partes de la celebración.
Por ello la iglesia nos enseña que existen niveles de solemnidad según los grados de participación. Y nos pone en un horizonte en el que la solemnidad es relativa a los ritos y a la asamblea que se celebra.
En La música en la liturgia Documentos, Dossiers del CPL 38, Barcelona1988, p. 53.
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