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Música Litúrgica
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Orientaciones Pastorales sobre Música Sagrada 1 - 10




I. INTRODUCCION
 
1. La Iglesia, fiel a su misión evangelizadora y consciente de la importancia fundamental de la liturgia, "manantial" y "cumbre" de su actividad y de su fuerza (SC I 0), se ha preocupado siempre de que todo lo que contribuye a una mejor vivencia de la liturgia sea conocido cada vez más y cada vez sea más aprovechado, ya que la "Iglesia no sólo actúa, sino que se expresa también en la liturgia, vive de la liturgia y saca de la liturgia las fuerzas para la vida" (D.C. 13). Ahora bien, una de las realidades artísticas que contribuyen en forma más rica a la expresividad litúrgica es la música, de tal manera que la Iglesia la considera "parte
necesaria o integral de la liturgia solemne" (SC 12).
 
2. Por esto, la Iglesia siempre ha promovido todo lo referente a la música sagrada y al canto, dando normas adecuadas, estimulando, y en ocasiones, interviniendo para evitar desviaciones o corregir abusos.
 
3. El primer impulso oficial que puso en marcha el gran movimiento de renovación litúrgica que culminó con el documento "Sacrosanctum Concilium" del Vaticano II, el cual dedica todo un capítulo, el sexto, a la música sagrada, lo dio San Pio X en 1903, con su carta "Tra le sollecitudini". En ella, el Papa se expresaba así: "La música sagrada, como parte integral de la liturgia, está dirigida al objetivo general de la misma liturgia, a saber, la gloria de Dios y la santificación y edificación de los fieles. Ayuda a aumentar la belleza y esplendor
de las ceremonias de la Iglesia y, ya que su función principal es revestir el texto litúrgico que se presenta al entendimiento de los fieles con una melodía apropiada, su finalidad es hacer el texto más eficaz, de modo que los fieles, por este medio, sean movidos a mayor devoción y se tornen más dispuestos a recoger para si los frutos de gracia que vienen de la celebración de los sagrados misterios”. En 1967, el 5 de marzo, la Sagrada Congregación de Ritos publicó la instrucción "Musicam Sacram", que amplía y puntualiza esta renovación conciliar. No han faltado otros documentos sobre el mismo tema, tanto a nivel universal
como a nivel local de algunos episcopados nacionales.
 
4. La Música Sagrada debe ser santa y bella según todas las normas y condiciones del arte musical. "La Iglesia no rechaza en las acciones litúrgicas ningún género de música sagrada, con tal de que responda al espíritu de la misma acción litúrgica y a la naturaleza de cada una de sus partes y no impida la debida participación activa del pueblo" (Mus. Sacram, 9). Además, "será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo con mayor solemnidad los ritos sagrados " (SC II 2).
 
5. Al tratar todo lo referente a la Música Sagrada, habrá que tener siempre en cuenta lo que dicen los documentos fundamentales de la Iglesia ya citados. A ellos, pues, hay que remitirse siempre. Sobre esa base la Conferencia del Episcopado Mexicano quiere ahora recordar algunos de esos principios y hacer algunos comentarios y puntualizaciones sobre la música sacra en nuestras circunstancias particulares, con el fin de lograr que tenga siempre la dignidad debida para que exprese y estimule la oración del pueblo de Dios.
 
II. NUESTRA SITUACION
 
6. Ya han pasado más de 30 años del Vaticano II, que trajo las reformas en la liturgia, la simplificación de los ritos, su mayor adaptación a los fieles, especialmente en el uso de la lengua vernácula. Esto ha determinado una mayor comprensión de los ritos y una mayor participación en ellos. En el terreno de la música, podemos advertir que ahora se canta mucho más; el pueblo sabe y gustosamente canta más composiciones. Estas han proliferado de muchos modos.
 
7. Después de la reforma litúrgica han surgido numerosos coros, la mayoría de ellos integrados por jóvenes. Es un fenómeno interesante que hay que aprovechar. Los jóvenes dedican tiempo a los ensayos y luego participan en la celebración, prestando así un servicio litúrgico a la comunidad.
 
8. Escuelas de música sacra de gran tradición y prestigio han seguido trabajando y se han abierto algunas nuevas.
 
9. Todos estos elementos positivos los reconocemos y los queremos estimular.
 
10. No obstante, al mismo tiempo, notamos que también hay realidades negativos:

a) Falta más preparación litúrgica y técnica en compositores, músicos y, en general, en nuestro pueblo.
b) Especialmente los grupos de cantores juveniles no siempre reciben la formación cristiana normal en grupos de cristianos de su edad, ni la formación litúrgica que les haga comprender mejor su ministerio litúrgico y ser más efectivos.
c)  Algunas veces los coros impiden que la comunidad participe cantando.
d) Las nuevas composiciones no siempre tienen el valor religioso y artístico deseado, y así, no satisfacen a las necesidades verdaderamente litúrgicas.
e) Entre nuestros pueblos autóctonos falta muchas veces también la promoción de una música sacra en su lengua y según su cultura.
 
 
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