El
canto es el medio más apto para manifestar la alegría de los que se reúnen para
celebrar la fiesta del Señor. Entre los "signos" humanos es el que
mejor se presta para significar el misterio de la liturgia. Sin embargo, no
podemos decir que sea un medio
exclusivo: una comunidad también puede manifestar su participación sin canto y sin música: la
seriedad de comportamiento, los gestos realizados con unción, etc. Pueden ser
magníficos medios de expresión de la
unión de corazones. Pero nunca podremos poner como norma e ideal de
participación una acción litúrgica sin canto: toda fiesta exige canto y música.
Fiesta y canto se completan.
Esta
manifestación de la unidad de los corazones a través del canto, del órgano e instrumentos admitidos, ha de tener una
orientación, una razón de ser en la liturgia, su finalidad la obliga a ciertas
exigencias esenciales, que si las cumple, puede disponer de la libertad de expresión que merece todo
arte. Los principios que ha de observar la música en la liturgia son:
Edificar
a los fieles (S.C. 112; M.S. 4,63).
Facilitar
la participación y enriquecer la celebración (M.S. 67)
La
música, tanto antigua, moderna como contemporánea que observe estos
principios tiene carta de ciudadanía en
el culto y puede ser empleada en la celebración.
Por
el canto:
- La
oración adopta una expresión más penetrante.
- El
misterio de la liturgia se manifiesta más claramente, mediante la unión de las
voces y los corazones.
- El
espíritu se eleva mas fácilmente a lo invisible.
- Toda
la celebración prefigura la Liturgia Celeste.
MÚSICA Y LITURGIA
"Vengan,
cantemos alegres al Señor... Entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos" Sal 94, 1-2
En
la Iglesia Primitiva, el Apóstol San Pablo amonesta a los fieles que se reúnen
esperando la Venida del Señor (Parusía), para que canten todos juntos Salmos,
Himnos y Cánticos Espirituales (Col. 3, 16). Nos invita a cantar juntos salmos,
himnos y cánticos inspirados, mientras esperamos la venida del Señor. Y que
mejor momento para hacerlo en la asamblea litúrgica. El Canto es una señal del
gozo del corazón (Hech. 2, 46). El Misal Romano nos habla del canto como
"una señal de euforia del corazón; san Agustín nos dice que "Cantar
es propio de quien ama" y un antiguo proverbio afirma que: "Quien
bien canta, dos veces ora". Siguiendo la Tradición cristiana y bíblica nos
damos cuenta de la importancia del canto y la música en el culto.
Todo
lo anterior nos motiva a tener en gran estima el uso del canto y la música en
las celebraciones litúrgicas, pues son medios de expresión y comunicación y
crean comunidad. En la Liturgia la música tendrá el fin de favorecer la unidad
en una misma acción, ya sea aclamar, meditar o proclamar. La música está al
servicio de la asamblea que celebra; es "parte necesaria e integral de la
liturgia solemne". (S.C. 12).
Por
su parte el canto en la liturgia tiene la función de proclamar nuestra postura
ante Dios, nuestra comunión con la asamblea de los fíeles y con el Misterio que
celebramos. El Concilio Vaticano II invita al pueblo a que participe activamente
en la interpretación de los cantos en la celebración. (S.C. 113 y 114). Si la
asamblea es la protagonista de la celebración el canto es un instrumento del
que se sirve, este, sin embargo, no es algo añadido sino parte integrante de la
celebración.
En la
introducción a la liturgia de las horas se nos recuerda que: "No ha de ser
considerado el canto como un cierto adorno que se añade a la oración, como algo
extrínseco, sino más bien como algo que brota de lo profundo del espíritu del
que ora y alaba a Dios". "Con el canto, la oración adopta una
expresión más penetrante... y el misterio de la liturgia se manifiesta más
claramente". (Instrucción Musicam Sacram, sobre la música en la sagrada
liturgia, no. 5).
- El
Canto y la Música son parte integrante en toda Celebración ya que expresa
sentimientos, compromete, hace Comunidad y es expresión de Fiesta.
- Durante
varios siglos el Canto Gregoriano acompañó a la Iglesia Universal en las
Celebraciones Litúrgicas. Posteriormente surgió la Polifonía.
- La
Iglesia siempre ha promovido todo lo referente a la Música Sagrada y el Canto,
dando normas adecuadas, estimulando, y en ocasiones, interviniendo para evitar
desviaciones o corregir abusos.
- El
primer impulso oficial que puso en marcha el gran movimiento de Renovación, en cuanto
a la música dentro de la Liturgia, fue San Pío X en 1903, con su Carta "
Tra le sollecitudini".
- Este
primer impulso culminó con el Documento Sacrosanctum Concilium (S.C, en
Diciembre de 1963) del Concilio Vaticano II.
IMPORTANCIA DE LA MUSICA EN LA LITURGIA
La
música no solo nos expresa sentimientos humanos, sino que por su belleza nos
remonta a las realidades celestiales. “El canto sagrado y el arte musical han
sido empleadas siempre para dar brillo y esplendor a las ceremonias religiosas, tanto entre los
gentiles y el pueblo hebreo y en la Iglesia desde su principio” (Cfr. MSD n.3).
La
Iglesia fiel a su misión de evangelizar y consiente de la importancia de la Liturgia como Manantial y cumbre de su
actividad y fuerza (SC n.10), se preocupa por todo lo que ayude a que la
participación de los cristianos en ésta, sea consciente, activa y fructuosa (SC
n. 14). La música tiene un lugar privilegiado en la iglesia, entre todas las
demás Artes, pues el canto sagrado unido
a las palabras, constituyen una parte necesaria de la liturgia Solemne (Cfr. SC
n. 112).
La
Música Sacra por esto es parte
importante de la liturgia, tomando en cuenta que comparten el objetivo dar gloria a Dios y la santificación y
edificación de los fieles. De este
modo la música aumenta el decoro y el esplendor de las solemnidades, añade
eficacia el texto litúrgico, para inspirar mayor devoción (Cfr. TS n. 1).
El
canto no es de ningún modo estorbo en la liturgia, pues es parte de su
naturaleza. El problema no es cantar demasiado, sino hacerlo fuera de propósito, pues el canto no es para:
entretener, hacer más amena la celebración, distraer, hacer un receso entre
tantas palabras o despertar a los que se
quedan dormidos, sino que es modo privilegiado
de alabar a Dios, como dice San Agustín “el que Bien Canta Ora dos
veces” y San Pablo invita a los que se
reúnen en espera del señor a cantar Juntos, salmos, himnos y cánticos
espirituales (Cfr. Col 3, 16), pues el
canto es una señal de gozo y alegría del corazón (Cfr. Hch 2, 46).
De
este modo hay que tener en gran estima
el uso del canto en las celebraciones, siempre según el carácter de cada
pueblo y las posibilidades de cada asamblea litúrgica (IGMR n. 40).
En
conclusión, como lo dijo el Papa Pío X “Hay que Cantar la Misa, no durante la
Misa”.